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TEXTOS

MANGLAR

UN VIAJE HACIA LA RAÍZ DE LA LUZ

Ecribe Czar Gutiérrez

Que Armando Williams ahora habite entre yemas, nudos, entrenudos, esporas y rizomas con forma cónica, oblonga, napiforme, tortuosa o laminar no era sino cuestión de tiempo. Porque, claro, uno mira atrás y ¿qué ve? La sinuosidad de la jungla. La naturaleza y su epidermis. Calculados drippings y pentimentos hilvanando la trama de sus ríos, los trazos alegóricos de sus contornos. Y la coherencia de un artista admirablemente fiel a sí mismo desde aquella novel muestra en el Across Gallery de Brooklyn [1982] hasta los sucesos sucesivos de Los acertijos de Panki [2001], Camuflaje [2008] y Los trabajos y los días [2009], entre otros. 

 

VIAJE A LA SEMILLA: La naturaleza de la raíz en su furiosa envoltura subterránea, aquella que ondula en el centro mismo de un ecosistema tan anfibio [agua y lodo en la ciénaga] como agridulce [el agua dulce del río en su matrimonio salobre con el mar]. ¿Por qué, esta vez, AW se fue a estudiar los mangles? Tal vez porque en el manglar se mezclan las aguas dulces y saladas de la misma manera como se mezclan el cuerpo y el alma en los ojos.

 

RAIZ CUADRADO/A: En Manglar, el gran trabajo de superficies del artista se desborda hasta cuestionar su propio ecosistema artístico. Me explico: aquí, el follaje y la espesura del soporte-cuadro muta hacia un gran cuerpo de electricidad pura. Miren: esa gran pieza central es un panel MDF [madera aglomerada] calada en base al registro gráfico que trajo Williams de los manglares, rediseñado gráficamente antes de enfrentarse a la máquina talladora, que delineó cada córtex, cada espora. Es una suma de intensidades cromáticas cargadas de voltios. Es decir, si antes la línea hegemónica de AW se desplazaba sobre fondos inestables, ahora se electrocuta.

 

PIEL DE NEÓN: Sumergido con una cámara digital en las ciénagas de la América Intertropical, Williams empezó a disparar: arbustos peciolados, opuestos, enteros, elípticos, obtusos y gruesos. Flores axilares de pétalos hinchados. Frutos secos de cortezas troncales. Todo eso brilla, ahora, en tubos de vidrio al vacío. Una corriente fluye a través del gas entre los dos electrodos encerrados en el tubo, haciendo arder una banda luminosa. Y la raíz del mangle se entrelaza formando barreras que el neón ioniza gracias a una hermosa batalla entre sus gases nobles. Pues ese brillo rojo anaranjado es la sangre que derraman neón versus argón: ese es el Fuego Líquido, hipócrita lector.

 

PROFUNDIDAD DEL MISTERIO: Un gran formato y cinco grabados demuestran cómo la pintura es capaz de viajar hasta sus entrañas, plegarse en su esencia y alimentarse con su propia piel antes de convertirse en gesto y geometría: una composición impecable, ya se ve. Pues lo que Williams plasma en esta breve muestra de su talento no es una imagen sino un suceso.


 

Texto para la exposición Manglar  en la Galeria Lucía de la Puente 

 

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